Diez días, diez días con la vida en posición de “Stand By” y todo por la simple, complicada, sencilla y extraña razón de que hemos estado de surfari sin movernos de casa…que contradicción.
Ahora, semana y media después es hora de retomar nuestras vidas (familia, amigos, trabajo) ya que en los días anteriores el tiempo libre, extrañamente, se ha podido alargar hasta límites insospechables (puede que haya sido por la olas…).
Se acercan ahora días de aclimatación y vuelta a la calma, días de taller de chapa y pintura, hemos estado en la guerra del pico y aunque hemos sobrevivido a ella hemos sufrido pequeñas pérdidas en el camino. Yo por mi parte tengo un tablón que parece haber sido pisoteado por una manada salvaje de caballos, y la pobre pukas parece haber sufrido a manos de un boxeador cabreado.
También son días de recuperar en lo físico, de tres a cinco horas diarias de surf pueden con cualquiera de los mortales que habitamos el mediterráneo (es la falta de costumbre); brazos acartonados, lumbares como listones quebradizos, articulaciones de papel y cuellos sangrantes… pero como dicen los viejos del lugar: “sarna con gusto no pica”.
Cuando la monotonía nos alcance o la morriña de olas vuelva a un estado crítico, ahora podremos rememorar estos días de ensueño: swell perfectos, secciones interminables, días huecos, días grandes, en definitiva: grandes días…de olas.
En lo personal, yo me llevo: una pérdida considerable de peso, días de éxtasis en el agua (momentos de una belleza indescriptible cuando en medio de una tormenta el sol ilumina una serie perfecta que se dirige hacia ti), sueño pendiente, fe en este mar nuestro que tanto se hace de rogar, un master en cut back, observar como la familia del surfera cada vez recoge a mas dementes y los atrapa en sus redes y sobre todo… unas ganas enfermizas de que vuelva a entrar un temporal más grande y más fuerte…SURF IS LIFE!
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