Con la llegada del verano y con las calmas propias de la época estival es hora de echar un vistazo atrás en el tiempo y reflexionar sobre la extraordinaria temporada de olas que durante el otoño, el invierno e inclusive las primeras semanas de la primavera hemos disfrutado como suele ser habitual en el archipiélago Canario. Lo extraordinario de esta ocasión ha sido la continuidad y constancia del oleaje del oeste que nos ha proporcionado a los que residimos en el sur de Gran Canaria excelentes sesiones de surfing y concretamente en La Derecha del Faro. A mediados de octubre la llegada de las majestuosas garzas blancas y otras variedades de aves migratorias provenientes de distintos lugares nos indican a los lugareños de la zona de Maspalomas y alrededores sin necesidad de calendario que el cambio estacional se aproxima. Fue precisamente a primeros de octubre cuando la primera fuerza del oeste nos convocó a todos a inaugurar nuestro spot local. Como es habitual el excedente de arena acumulado por los vientos alisios durante el verano habían cambiado notablemente el aspecto de la costa y por ende influenciaban en la rompiente de forma leve. A lo largo de los siguiente meses de noviembre y diciembre la constante fueron las poderosas fuerzas provenientes del norte del Oceáno Atlantico que de forma implacable azotaron el archipiélago y proporcionaron innumerables sesiones de surfing por toda la isla afectando también a la zona de La Reserva Natural de las Dunas de Maspalomas en su vertiente que da al oeste. Si bien no es la dirección de oleaje más propicia para este spot, al menos nos evita el desplazamiento a otros lugares, sobra decir que con la crisis ocasionada por la COVID19 la cantidad de surfistas en el agua aumentó exponencialmente y si se puede surfear en la playa local mejor. El espíritu navideño llegó a las costas del sur en forma de olas perfectas, con días soleados y con glassys mañaneros que inexplicablemente se extendían hasta bien entrado el mediodía. Esta constante se mantuvo con regularidad a lo largo de los meses de Enero, Febrero, Marzo y de forma anómala hasta mediados de Abril hubo sensacionales baños de surfing, si bien es cierto que nunca se alcanzaron tamaños de ola grande como ocurre en el norte de la isla, la perfección y longitud de la ola la hacen una de las más codiciadas por los surfistas de toda la isla. Como no podía ser de otra manera la constancia del oleaje retiró el excedente de arena de las costas provocando irresponsables actuaciones municipales para remediar lo irremediable pues por todos es sabido que el Mar, con mayúsculas; tarde o temprano reclama lo que le pertenece y abofetea sin piedad la soberbia y avaricia humana dejándola en evidencia. La encomiable labor de denuncia y activismo digital por parte de los ciudadanos de San Bartolomé de Tirajana y distintos colectivos ecologistas y vecinales, entre los que cabe destacar a Hagámonos Oir Maspalomas lograron parar una vez más estos atentados ecológicos. Para no extenderme en este aspecto basta con decir que el problema se dirimirá en los tribunales.
Retomando el tema principal, quiero destacar la consagración de Marian Núñez como fotógrafa de surf. Su implicación la llevó día tras día a retratar con su cámara los mejores momentos. Desde el amanecer y como si le fuese la vida en ello se sentaba frente al pico a disparar su máquina como si fuese un francotirador. Es gracias a ella y especialmente a su pareja, Antonio Guillén con su infatigable labor de edición y selección posteriores que la extraordinaria temporada de olas 2020/21 ha quedado registrada visualmente para rememorarla y deleitar a quien tenga ocasión de disfrutar esta publicación.
Texto: Abel Cubero Quintela