La luz siempre tan esperada por los que tiramos fotos, aunque a veces depende de dónde nos coloquemos, nos puede jugar una mala pasada.
Hay lugares a los que cada día me gusta más ir pero que a determinadas horas, como al atardecer ciegan y aunque poco se distingue, esos momentos suelen ser espectaculares.
Hay que estar.
Hasta llegar a casa y ver las fotos no sabes el resultado, ni quien sale en la foto.
A veces decepcionan y otras no. Como todo depende de quien mira.